¡Ponga un Bob en su vida!

“Trabaja durante 40 años como ejecutivo de la industria aeronáutica para pasar a la historia empresarial por una maldita aceituna” Esto debe pensar Bob Crandall cada vez que le preguntan por lo mismo.

Lo siento, Bob, pero voy a contar la historia otra vez.

Eran otros tiempos, finales de los 80. Bob Crandall era vice-presidente financiero de American Airlines y, claro está, se recorría el país de costa a costa en continuos viajes de trabajo. Ni que decir tiene que siempre volaba en los aviones de su compañía.

Al cabo de mucho tiempo y de muchas millas recorridas, se dio cuenta de que siempre que le ponían ensalada en el menú del avión, había una aceituna que coronaba el plato. Algo así como el clásico español de la aceituna sobre la ensaladilla rusa. Pues Bob siempre apartaba esa aceituna. Luego miró las bandejas de otros cliente y, por último, habló con los tripulantes de cabina que servían la comida y le dijeron que era muy habitual que los clientes devolvieran el plato con la aceituna intacta.

Llegó a la conclusión de que la aceituna no le aportaba valor al cliente y tomó la famosa decisión de eliminar esa aceituna de cada ensalada.

El resultado fue que el ahorro en costes fue de 40.000 dólares al año.

Por jugar a ficción financiera, yo tengo la aceituna escandallada a 0,026 €, por lo que me sale que American Airlines servía 1.500.000 aceitunas al año. ¿Una barbaridad, verdad? ¿Cómo no se le había ocurrido a nadie antes?

Por lo tanto, la moraleja que podemos sacar para rentabilizar nuestro restaurante es:

– Tenemos que ponernos más en la piel de la gente que viene a comer a nuestro restaurante.

– Hay que hablar muchísimo con nuestros camareros, cocineros y jefes de sala. Ellos tienen una información muy valiosa que puede hacer que nuestro negocio vaya mucho mejor.

Gracias, Bob!

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Te queremos, Bob!!

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